Las aventuras y desventuras de Papito Cansino. Capitulo 1: El comienzo de una bonita amistad

El despertador, torturador implacable, sonó a la misma hora de todos los días. Me levanto, preparo el desayuno y visto a los niños para ir al colegio. Al asomarme por la ventana esta lloviendo. Menudo fastidio. El coche lo tengo roto y tenemos que ir a patita. Como podéis suponer, mi estado anímico no es el de un chirigotero en los carnavales. Entonces, cuando salgo del cole, bajando la cuestecilla y me encamino a mi casa con prisas y agua, oigo una voz que me detiene. Es él. Es Papito Cansino. Lo cierto es que cuando se presentó, su nombre me echo para atrás. Pero he descubierto que no es mala gente, solo que como su apellido indica es, eso, un poco cansino.

- ¡Disculpe! - me dijo - Usted es uno de esos….

- ¿Uno de esos? - pregunté intrigado, mientras miraba al cielo

- Si, hombre. Ya sabe, de los del AMPA.

- ¡Ah, si! ¿Le puedo ayudar en algo?- le pregunte por cortesía.

- Sí. ¿Puedo hacerle una pregunta?

Me resigné. Estaba atrapado cual mosquito en la tela de araña. Así que me encomendé a ese cielo negro para que fuese breve en su pregunta, y me dejase escapar de la tormenta.

- El otro día me dijo un amigo, que ahora los padres y las madres podemos participar en los colegios, tomando decisiones sobre el funcionamiento de los mismos.

-¡Ufff.....! Vayamos por partes - le dije – Es cierto que los padres y las madres, junto con los profesores y los alumnos, podemos intervenir en el control y la gestión de los colegios, pero eso no es nuevo, ya que es un derecho constitucional. Es decir, que desde 1978 podemos dar la brasa en los coles.

- OK – comento mientras parecía meditar sobre lo dicho- Pero, ¿qué quieres decir exactamente con intervenir en el control y la gestión?

Le dije a Papito que me excusara, que tenía prisas y la respuesta es lo suficientemente compleja como para explicársela en dos palabras. El señor Cansino se resignó a regañadientes y se despidió añadiendo que este iba a ser el comienzo de una bonita amistad. Y ahí me dejo, con cara de bobo y un ligero escalofrío recorriéndome todo el cuerpo.

Normativa del capitulo. Articulo 27.7 de la Constitución española